Cuando creemos que hemos alcanzado el éxito, cuando nos proponemos metas personales, cuando los sueños que siempre quisimos se realizaron... ¿no preguntamos qué haría Jesús frente a eso?
Personalmente, se olvida, no?... Sin embargo, a cada paso que demos siguiendo a nuestro Señor debemos hacernos esta pregunta importante. Jesús, en su inmenso amor, nunca, NUNCA dejó de lado a nadie que lo necesitara. Era el Hijo de Dios, no?, podría haber fácilmente tomado ventaja de eso y hacer de su nombre uno famoso por su grandeza. Pero la grandeza de Jesús esta justo ahí, en su sencillez, en su actitud humilde frente a los demás. Esa es la grandeza que él vino a traer, aunque muchos no la entiendan, aunque nosotros no la entendamos. A veces encasillamos el sacrificio de Jesús a la cruz: sin restarle importancia, lo que quiero decir aquí es que Jesús nos dio su vida desde el momento es que comenzó su ministerio. Desde ahí se entregó: se dedicó 100% a los demás, a servir, a dar a entender con su propia vida que ESA es la actitud que debemos tener frente a los demás. Servicio, humildad, compañerismo, misericordia, solidaridad, amor. Ese fue el mensaje de Jesús, el siervo perfecto.